Marcelino Sanz de Sautuola y la cueva de Altamira
Marcelino Sanz de Sautuola y la Cueva de Altamira. Un nombre no puede ir ligado sin el otro, el de Marcelino y el de Altamira. Marcelino Sanz de Sautuola nació en Santander el 2 de junio de 1831. Pertenecía a una familia acaudalada, afincada en Santander y con una finca solariega en Puente San Miguel (Cantabria).
La Cueva de Altamira en Santillana del mar, se encontraba próxima a la finca de Puente San Miguel. Esta cueva había permanecido oculta durante años a causa de los derrumbamientos que habían tapado su entrada. En 1868, una grieta hizo que Modesto Cubillas, trabajador de Sanz de Sautuola, se percatase de la entrada de la cueva. Éste, se lo comunicó a Marcelino Sanz de Sautuola, pues era el propietario de las tierras.
Marcelino Sanz de Sautuola y la Cueva de Altamira, se había abierto la puerta de la prehistoria.
Sanz de Sautuola, aficionado a las ciencias naturales y a la prehistoria, realizó una visita a la cueva en 1876. Más tarde, en 1878, visitó la Exposición Universal de París, prestando especial atención al Pabellón de Ciencias Antropológicas. En 1879, vuelve a hacer una visita a la cueva con la intención de seguir investigando sobre ella. Esta vez, acude acompañado de su hija María, de 8 años de edad, ya que Marcelino inculcaba su pasión por la prehistoria y la botánica a su hija. Es ésta, quien en un descuido de su padre se adentra en la cueva y le exclama que había bueyes pintados en el techo.
Inmediatamente Sautuola se pone en contacto con el catedrático de paleontología Juan Vilanova y Piera. Vilanova se convirtió en un admirador y defensor de la cueva y Sautuola. Defendió y promovió la cueva en diversos congresos internacionales. Pero en una época en la que no podían entender que los hombres prehistóricos tuvieran esa perfección en sus pinturas. Pronto comenzaron a surgir los primeros rumores de fraude.
Emile Cartailhac, una eminancia en este campo, envió a Edouard Harlé en 1881 para que analizase las pinturas. Ese verano en la revista Harlé, Cartailhac hizo un artículo en que aseguraba que las cuevas eran un fraude y hundió en el descrito a Vilanova y Marcelino Sanz de Sautuola.
Henri Breuil descubrió otras manifestaciones artísticas similares y reconoció la autenticidad de la cueva de Altamira, publicando estos resultados en 1902. Ese año viajó acompañado de Cartailhac a visitar Altamira. Este último pidió perdón a la familia de Sautuola por sus críticas. Y publicó «Mea culpa d’un sceptique» dónde reconocía su equivocación. Éste reconocimiento llegó tarde, pues Sautuola había muerto en Santander el 30 de marzo de 1888, en el más absoluto descrédito.

Marcelino Sanz de Sautuola