Batalla del Ebro
Batalla del Ebro

Batalla del Ebro

Descripción

La Batalla del Ebro es la última gran batalla de la Guerra Civil. Se dio entre el 25 de julio de 1938 cuando el ejército sublevado ataqué la línea del frente que daba a la orilla del río Ebro a su paso en la provincia de Tarragona, y concluye el 16 de noviembre del mismo año cuando las fuerzas comandadas por el General Francisco Franco lograron atravesar el río finalmente y pasar de la ciudad de Gandesa. Los escenarios de la batalla están comprendidos entre la comarca turolense del Matarraña y la comarca tarraconense de la Terra Alta.

La Batalla del Ebro es conocida por ser una de las batallas más decisivas que tendría la Guerra Civil Española, por no decir la que más peso tendría; porque acabó decidiendo de una forma decisiva quiénes iban finalmente a ganar la guerra que, por aquel entonces, ya llevaba de dos años a casi dos años y medio.

La contienda de la Batalla del Ebro se entiende a la pérdida de presencia que estaban teniendo los Republicanos en el frente del noreste; donde el bando Sublevado ya se había vuelto a hacer con la ciudad de Teruel y se estaban aproximando a tierras catalanas, zona que hasta aquel entonces todavía estaba siendo controlada en su totalidad por el bando republicano. Así que para intentar salvar la situación y retrasar el máximo posible el avance de los franquistas, la República se decidió a lanzar el mayor ataque a la línea del frente del río Ebro a su paso entre Gandesa y Móra d’Ebre.

Las fuerzas que se enfrentaron en la Batalla fueron: por parte de la República, las varios cuerpos del Ejército Popular de la República, en concreto el V, el XII y el XV; sumados a la 27ª, 43ª y 60ª divisiones de caballería, artillería antiaérea y tanques, todo bajo el mando principal del general Vicente Rojo.

Los Sublevados en cambio utilizaron las tropas que se encontraban en el denominado ‘Ejército del Norte’: que agrupaba al Cuerpo de Ejército Marroquí, el Cuerpo de Ejército del Maestrazgo, legionarios, regulares, africanos de Sidi Ifni y la colonia del Sáhara, falangistas y requetés; siendo más notorios los navarros y el conocido como ‘Tercio de Montserrat’, que eran los carlistas catalanes.

Ante ya la intromisión de las tropas sublevadas en territorio catalán, la República lanzó sus primeros ataques el 25 de julio entre Mequinenza (Zaragoza) y Ascó (Tarragona), y más tarde entre Benisanet (Tarragona) y Amposta (Tarragona); cruzando las tropas el río Ebro con barcazas y por las zonas menos profundas del río con los tanques T-26 soviéticos y carros blindados. El resultado de la operación fue un primer avance considerable de los republicanos, que consiguieron avanzar 15 km en el territorio hacia el este, llegando hasta las poblaciones de Gandesa, la actual capital de la comarca de la Terra Alta, Corbera d’Ebre y Vilalba dels Arcs.

Igualmente, la República sufrió un gran problema logístico. Y es que algo con lo que no contaban los mandos republicanos era la efectiva reacción que tendrían los cuerpos marroquíes ante la llegada de los ataques, que se atrincheraron rápidamente y frenaron el avance; como de igual forma lo hizo la Legión Cóndor alemana que dinamitó puentes y dañó mucha artillería republicana, creando que la República tardara dos días en enviar su aviación.

Pero los problemas no iban a acabar para los republicanos, los cuales no se habían percatado que en las presas hidroelécticas de Tremp y Camarassa, ya en poder Nacional desde la entrada por Lleida de las tropas de Franco, éstos habían abierto las compuertas, lo que provocó una fuerte crecida del cauce de los ríos Segre y Ebro, arrastrando el agua todo lo que tenía a su paso: desde personas hasta camiones y puentes pasarelas, aunque estas últimas eran reconstruidas con una gran rapidez por los ingenieros republicanos.

Es por ello que tras estos episodios vividos por los republicanos, ahora ya pasaron a tener una posición más ofensiva, y su primer objetivo claro fue la ciudad de Gandesa, la cual estaba bajo mando sublevado. La mala gestión del tiempo por parte de la República llevó a que los Nacionales, que se encontraban ya en la ciudad desde hacía tiempo y previendo la situación, comenzaran a cavar trincheras y marcar bien las líneas de defensa de la ciudad. Así que lo único que tenían esperanza en conseguir los Republicanos era que su aviación apareciera y bombardeara la ciudad; pero no ocurrió como cuando se les exhortó una actuación a finales de julio para frenar el avance franquista.

Igualmente, para los del bando sublevado no parecía todo tan fácil. Si bien mantenían las posiciones ganadas hasta entonces, los combatientes republicanos catalanes mantuvieron los ataques en la medida que sólo la artillería franquista atacaba. La voluntad de Juan Negrín y Manuel Azaña era que, aprovechando la crisis de los Sudetes que se estaba generando entre el III Reich y Checoslovaquia, se iniciara un conflicto a escala internacional, en la cual se incluiría España, y que la ayuda de británicos y franceses harían decantar la balanza a favor de la República. De igual manera creía Franco, que en su bando comenzaba a haber bastantes descontentos y pesimistas; así que lo que hizo Franco fue reforzar fortificaciones en todos los territorios que tenían alguna frontera común con Francia, principal país que podía iniciar una ofensiva contra Franco, en este caso, los Pirineos y las fronteras del Protectorado Español de Marruecos y el Sáhara Occidental, puesto que no confiaba que la ayuda nazi y fascista fuera para siempre.

Y desde este punto las cosas no iban a mejorar justamente para los sublevados. En el frente que cruzaba la frontera común entre las provincias de Zaragoza y Tarragona, que se encontraba la línea de trincheras, los republicanos, ante algunas tácticas mal empleadas de las tropas franquistas, pudieron recuperar algunas pocas zonas que sirvieron más como valor propagandístico y moral que real y estratégico, puesto que al poco de ir recuperando algunos territorios entre Fayón y Xerta, los sublevados mandaban una feroz respuesta de la Aviazione Legionaria y la Legión Cóndor, además de un despliegue de artillería sin precedentes en la guerra.

Cada vez se hacía más difícil a Franco conquistar territorios, La conquista de los pueblos aledaños a Gandesa, que fueron perdidos en unas 24 horas, las tropas sublevadas necesitaron un mes para volverlas a conseguir, con el costo de la destrucción total de los pueblos en cuestión.

Hacia septiembre de 1938 el frente se volvió a estancar por una situación de encontrarse en tablas tácticas: los republicanos sabían mantener la demarcación en las trincheras y los sublevados tenían el dominio del espacio aéreo. Pero estaba a punto de suceder algo que iba a cambiar el curso de la batalla.

el 15 de septiembre Adolf Hitler anunció que no iba a continuar, temporalmente, con el suministro de ayuda militar a los franquistas; algo que generó una gran alegría en los republicanos que se veían victoriosos, pero una alegría momentánea, puesto que la retirada de las Brigadas Internacionales, y sobre todo el Pacto de Múnich, les iba a caer como una losa encima. Aprovechando la retirada que daba la Segunda República Española a los brigadistas, los otros países europeos de la Sociedad de Naciones instaron al Comité de No Intervención que negara de una forma más severa la ayuda a los dos contendientes de la guerra. Además, la crisis de los Sudetes había ya dado carta blanca a Hitler en Checoslovaquia para hacer lo que quisiera, así que la República que ya no iba a recibir más ayudas, estaba condenada a ser derrotada sin apoyo exterior.

Finalmente, a finales de octubre de 1938 los franquistas volvieron a coger la ofensiva, y ahora que la República ya no tenía más apoyos logísticos internacionales, los franquistas aprovecharon para atacar a la misma vez por diferentes flancos: desde Mequinenza y el Maestrazgo, para juntarse en Gandesa y continuar hasta Móra d’Ebre y Móra la Nova. La operación fue un rotundo éxito para los nacionales, que lograron reconstituir la línea del frente, consiguiendo al final llegar el 18 de noviembre hasta el límite que perdieron el 25 de julio en Riba-roja d’Ebre.

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