El cambio climático en la Historia: «Enemigo y Aliado»

Publicado el 29 julio 2021 en la categoría Historia

Transicional Romano Tardío (150 – 450 d. C.). La bonanza de los años anteriores tocaba a su fin. En el apartado anterior hemos visto los signos y circunstancias que anunciaban la crisis del siglo III. Las décadas que van del 235 al 284 desarrollan este período del Imperio donde la anarquía militar, la crisis política, las dificultades económicas, la inflación, la presión de pueblos bárbaros en la frontera Norte y Este provocaron momentos convulsos en la Pax Romana de tiempos atrás. Epidemias recurrentes como el sarampión o el tifus golpeaban ahora con mayor fuerza a la población, sin embargo una nueva pandemia llega en el 249 a Alejandría y dos años después la encontramos en Roma, era la Peste de Cipriano, descrita por este obispo de Cartago. Su impacto llega hasta el año 270. Hablamos de ébola, un filovirus que alcanza por primera vez a estas zonas del Mundo.

La recuperación de la crisis se produce, como hemos dicho, a partir del 284 aunque las consecuencias de la misma acompañarán al Imperio hasta su desaparición en el 476. Los cambios vinieron para quedarse en el entorno del Mediterráneo occidental y llegan hasta la implantación del feudalismo en la Alta Edad Media. Las reformas del Emperador Diocleciano (284-305) permitieron la supervivencia de la potencia mediterránea aunque se materializaba su división en dos bloques, Occidente, en decadencia y en clara ruralización y Oriente, la zona próspera, rica, que perdurará mil años.

El cambio climático en la Historia: «Transicional Romano Tardío (150 – 450 d. C.)»

Una nueva etapa climática acompañará estos acontecimientos. Había finalizado el Óptimo Climático Romano. El frío, los años de sequía y especialmente la variabilidad atmosférica fueron una constante de los nuevos tiempos. El Obispo de Cartago, San Cipriano, citado anteriormente, nos habla de los gélidos vientos que soplaban con frecuencia en el Norte de África y de años donde el brillo del Sol era mortecino o débil, una clara referencia a la turbia atmósfera mediatizada por el vulcanismo.

Las condiciones adversas se produjeron en todos los ecosistemas e incluso con mayor fuerza más allá del entorno mediterráneo. Las vides que se cultivaban en Alemania y Britania dejan de hacerlo al acabar el siglo III. Los olivos que habían ganado terreno en la Galia también desaparecen. Estos cambios que afectan a otros cultivos igualmente inciden en poblaciones que se habían expandido en las condiciones favorables de siglos anteriores. Sus desplazamientos, pacíficos o violentos, hacía la frontera romana, pueden considerarse desplazamientos climáticos. La búsqueda de tierras de cultivo, riquezas de las ciudades, seguridad ante la presión de otros poblaciones provenientes de la estepa asiática también afectadas por cambio climático, son las causas de estos importantes movimientos humanos.

A la espera de una mayor concreción en la actividad solar o en los ciclos Milankovitch sobre la rotación de la Tierra para explicar los avatares de la atmósfera en esta época, nos acogemos a dos fenómenos que se producen con insistencia, la actividad volcánica y el OAN. Del 235 al 265 d. C. se detectan, al menos, cinco grandes erupciones que afectan a la calidad del aire en gran parte del Hemisferio Norte. Por otra parte, la Oscilación del Atlántico Norte (OAN), es decir, la relación entre el anticiclón de las Azores y las bajas presiones de Islandia, fueron otro factor a tener en cuenta. La situación y la fuerza de estos dos centros de presión atmosférica provocan el recorrido de borrascas húmedas hacia el Noroeste del continente o hacia latitudes mediterráneas, favoreciendo o castigando unas zonas u otras.

El siglo IV, sin un retorno a las favorables condiciones del Óptimo Romano, fue un respiro en las inclemencias medioambientales. Las temperaturas fueron más cálidas que en siglos precedentes (se observa un retraimiento de los glaciares alpinos), la actividad volcánica fue escasa, las borrascas favorecieron a la Europa Norte y Occidental pero no así al Mediterráneo o a Próximo Oriente (se han encontrado señales de aridez en lagos de la Península Ibérica). Hubo en cambio un rasgo común, la variabilidad de un clima impredecible, una característica que no favorece la estabilidad necesaria en el desarrollo de las sociedades humanas.. Sin embargo, el siglo IV fue un espejismo si vemos los acontecimientos de los siglos venideros.

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Comentarios

Un comentario

  • El 30.05.2023 , Dan Ungureanu ha comentado:

    Foarte interesant si bine de stiut…

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